No sabría describirme, podría decir muchas cosas de mí, arrogante, orgulloso, con caracter pero sobre todo optimista. Hemos venido a hacer algo grande, o a hacer algo grande de algo pequeño, es hora de cambiar las cosas, es hora de buscar más allá del horizonte y más allá de nuestro espacio de confort, es hora de cambiar el mundo.

Una de las cuestiones que lleva tiempo rondando en mi cabeza es el escribir sobre nosotros, sobre "la generación perdida" los "adolescentes perdidos" y si, digo tiempo, porque no era capaz de atreverme a hacerlo, se me quedaba grande. Y ha sido ahora, a las dos de la mañana cuando he caído, cuando he dicho basta. Basta de llamarnos la generación perdida, suena despectivo, basta decirnos que tenemos muchos pájaros en la cabeza, de llamarnos inmaduros. Somos una generación como otra cualquiera, si, tal vez diferente, ¿Pero desde cuando diferente significa perdido? Me gusta mirar la palabra diferente positivamente, eso es bueno, somos diferentes, podemos cambiar el mundo.

Es hora de cambiar las cosas, es hora de que para estudiar solo se pidan ganas de aprender y no una nota, porque si eres bueno en lo que te gusta, serás el mejor en ello. Basta de que no hay salidas, de que hay que pensar en el futuro. Si de verdad queremos pensar en nuestro futuro, haremos todo lo que sea posible para conseguir nuestra meta, da igual cual sea. ¿No tienes sueños? Lucha por ellos. Da igual lo que quieras ser, como si quieres ser cantante o empresario, como si quieres ser chef o periodista. Si de verdad quieres eso, matate por eso, olvida aquello que te dicen de que no hay salidas, olvidate de las barreras y lucha por ello. Es hora de cambiar las cosas, seamos lo que seamos y queremos ser, hay que ir a por ello. Somos la generación perdida, pero eso nos hace diferentes, vuela. Florece y prospera.