Óscar García

Encontrar sin buscar . .

MADRID, Y NUESTRA MOVIDA..

17 de diciembre del 83'. Aquella noche volvimos a nacer. Nunca sabremos por qué nosotros y no los que no lo hicieron. No tenía ninguna lógica. Ningún sentido. No éramos mejores ni lo merecíamos más. Simplemente la vida nos dio una segunda oportunidad. Aquella noche marcó en gran medida el fin de la fiesta. De la frivolidad desmedida. El fin de la superficialidad inerte de los maniquíes electores de unas políticas que no entienden. Quizá porque no comparten. Quizá porque no confían. El humo que aquella noche intoxicó a tantos jóvenes, se fue tan rápido como llegó. Les dejo colgados de su propia droga. Y la droga se (es)fumó. Mentes vacías de vagas decisiones. Mentes manipuladas que avanzan sin su conductor. Sin rumbo fijo. Sin destino aparente. Y con futuro incierto del que nadie conoce, porque nadie lo quiere conocer. Huérfanos de su mente. Hijos de nuestra sociedad... 

CORRE CONMIGO

Yo no sabía cómo comportarme. Las sensaciones se agolpaban en mi cabeza sin que me diese tiempo a comprender ninguna de ellas. Tan pronto bailaba, como se me caía la vista al suelo, buscando en el gris de la acera la constante proyección de mis recuerdos más cortantes. Esos que nunca imaginas que llegarás a recordar. No sabía cómo coño había acabado sobre esa acera con una lata de cerveza condensada en la mano y la mirada perdida. A penas habían pasado unos días en los que lo tenía todo cuando ahora ya no podía perder nada más. No sabía qué había sucedido. Simplemente la emoción, el amor desbordado y el querer más puro que jamás había profesado, se habían interpuesto entre mis deseos y mis más profundos miedos. Os juro que no supe cómo había llegado hasta el punto en el que me encontraba. Sentía que de todas las cosas que había hecho en mi vida, aquel estaba comenzando a ser el peor de mis errores. Tantas y tantas imágenes se agolpaban en mi cabeza que lo que deseaba a cada puto momento era dormir. Desaparecer por unos momentos de esa existencia asfixiantemente vacía en la que mi mundo estaba comenzando a asentarse. Aquellos días inclinaban más su trayectoria, haciendo cada vez más costoso avanzar sin caer en el recurso que más deseaba utilizar, pero que sin embargo, faltaba a mi promesa de concederle y concedernos la rigurosa necesidad que sin duda nos hacía falta. Jamás hubiese podido creer que nada tuviera tanta fuerza :')

A PENAS RECONOCÍA LA LUZ DEL SOL.

Y ahí estaba yo. Delante de toda aquella gente de la que había oído hablar durante tanto tiempo. A penas se cruzaban en mi camino las palabras adecuadas, capaces de recrear en alguna de esas miradas penetrantes, alguna idea capaz de hacer creer a alguien que lo que decía, era lo correcto. Sin embargo, tan poco me importaba. Llevaba tres día a penas sin dormir. Con un jetlag de cojones y no veía el momento para hacer de mi, por aquél entonces, triste existencia, algo más que una tarde de ahogadillas en un vaso de tubo. No sabía cómo había llegado allí. Sentía cómo la fiebre iba creciendo más y más. Las miradas, siempre insidiosas, no eran capaces de percibir el mareo y las náuseas que por dentro sentía. Creía que a pesar de mi probablemente lamentable pinta, la gente que me había contratado, estaría esperando que cumpliese mi cometido sin rechistar. Sin importarles más que pronunciase las palabras que les harían quedar bien delante de sus jefes. Como si ellos mismos las hubieran pronunciado. A mí en ese momento me la sudaban todos los presentes en aquél salón de actos donde se estaba haciendo la lectura. Se suponía que verme leer aquellas líneas era un acto. A mí, con aquellas miradas fijas, los focos hirviendo cada gota que la fiebre hacía correr por mi frente y las constantes consultas al reloj de aquellos que buscaban méritos ajenos, más que un acto, me parecía una enorme putada. Después de un sofocante lapso donde me debatía entre el desmayo por insolación y echar sobre la primera fila el desayuno de hacía tres días (lo último que había podido comer), leí.

Las sonrisas enteramente falsas de la organización aparecieron entre bastidores mientras yo bajaba del escenario por las escaleras de servicio. Los aplausos se agolpaban sordos y lejanos en mis oídos, a punto de estallar. Desaparecí por la primera puerta que vi y me sentí a salvo. Lo supe porque el foco que seguía impertérrito cada uno de mis movimientos por la sala, desapareció tras de mí con el golpe seco de la puerta.

Desperté en lo que parecía ser la cama de una habitación de hotel. Una suite debía ser por la amplitud de la moqueta y por el minibar sin carta de precios. La voz de Sarah forzó aquél despertar borroso. Me estaba echando la bronca una vez más. Pensé que era muy pronto para broncas, pero sentí que me la merecía al no saber realmente si era por la mañana, por la tarde o simplemente la hora de la bronca. Traté de renegar de aquél sermón infinito con todas las almohadas de raso que encontré. Estaban bordabas con dos iniciales en oro sobre un fondo púrpura. Una horterada de cojones que el dueño quiso perpetuar con sus dos iniciales en tipografía lisbon script. No sabía dónde estaba, y por la insistencia de Sarah por ponerme en marcha, tampoco dónde debía ir. A regañadientes me incorporé en el borde de aquella cama de lo que me parecieron ocho metros de altura. Sarah entonces dijo aquello que me recordó dónde y por qué estaba allí. Me ubicó, pero ojalá no lo hubiese hecho.

HOY HACE CUATRO MESES..

Qué dramatismo se vive en la afueras de una piel que ya no siente ni frío ni el sudor exasperante de una trasnochada madrugada mirando una pantalla de móvil en el último metro de vuelta a ese limbo de la zona noroeste que comprende Moncloa. Carreras en asfaltos humedecidos por la transpiración de una ciudad que nunca cierra por descanso. Y mucho menos emocional. Aquí no hay tiempo, y quizá, ni ganas. El perenne verde intenso que permanece en la copa de los taxis que transportan a quien ya no puede hacerlo por sí mismo, es la muestra de una ciudad que no caduca ni perdona. Una ciudad que te clava recuerdos punzantes en los sitios donde solo creías jugar con fuego. Calles donde solo paseaba el frío fueron testigo de ese juego encendido. En forma de baile, de beso o de risa. Ahora, cuando el frío vuelve a ocupar las primeras conversaciones de la mañana, la misma ciudad y sus mismos rincones amenazan con volver a empuñar el filo cortante y oxidado del recuerdo sesgado. El que solo deja ver lo que interesa. Y para un corazón siniestrado sin seguro a terceros, solo interesa lo bueno. Con estos días que cada vez censuran más al sol, vuelven las noches tempranas y el miedo a vivir nuevas cosas que el futuro lanzará a matar contra mí. Mi puta ciudad y nuestros putos recuerdos..

- EsinB -

MENOS MAL QUE CON LOS RIFLES NO SE MATAN LAS PALABRAS.

Después de largo tiempo sin escribir y poco tiempo para hacerlo, vuelvo con la intención de rebuscar en este espacio en el que no existió cabida para la contemplación, la soledad y la manía adolescente de buscar la diferencia con las letras que ya nadie lee. A medida que dejo atrás esa época tan "glorificante" para la historia de mi vida, me doy cuenta de lo que realmente adolezco. Busco la vida que antes se me concedía sin el permiso de quien me conoce tanto o más de lo que me conozco a mí mismo. Echo de menos aquellos espacios en blanco en los que vivir eternamente. Ensimismado en mi siempre eternos Lope y Antonio con apellido de estrella. De la más alta y bonita del firmamento. Me da vértigo darme cuenta de la velocidad a la que me acerco hacia mi próximo descarrilamiento. Me acobarda pensar en la soledad, quizá buscada, en la que me voy sumergiendo, por suerte o por venganza. Por miedo o por ceguera..

Esa palabra. Miedo. Tan presente que tan solo me queda darle la espalda para no sentir su silbido frío en la frente. Tan ciego y a la vez tan cerca.

- EsinB -

NECESITO UN BLANCO PARA CONTRASTAR.

Tengo la manía de empezar a escribir poniéndome en el supuesto de que ya sabéis de qué voy a hablar. Creo tener la seguridad de que en realidad escribir, es la pausa al guión de una crónica que ya conté en persona. El paréntesis que explica. La aclaración entre comas. Soy presunto, aunque ya condenado por mi propia opinión que intenta evitar los lugares comunes en una profesión marcada por el amor a los tópicos del resto, perseguidor de la verdad y la justicia en un mundo donde hay cafés en la publicidad y un poco de cinismo entre todo el dinero. Aunque quizá, mi opinión sea un lugar común en sí mismo, hija de otros estilos musicales sobre el teclado. Apodando una suerte de profesión en la que la curiosidad muere joven, por falta de sorpresas, o por la ratificación de que las sorpresas no cambian cuando son entonadas por las mismas fauces que ejemplifican el tabú en periodismo de la manipulación. Mitificada por aquellos que piensan que preguntar a quién hace de las preguntas su profesión, colapsará en caos emocional. Igual que una llamada, entre copas trasnochadas sobre el asfalto y la acera, a un amor que te condujo a la maldición de las manos apagadas y los ojos con demasiada cobertura. Un trabajo que nunca llegó a serlo, donde la epidemia de escepticismo galopa entre los pasillos de oficinas ahogados en timbres de teléfonos, cursilerías y cotilleos. Que no por ser por prescripción facultativa dejaban de ser igual de lascivos. En la costumbre tan madrileña de creer que en Huesca solo hay ausencia de madrileños, y también de todo lo demás. Donde la palabra de un gato, otorga más que el silencio de cualquier provincia. Aunque sea por el luto conjugado de una vida ya sabida y una muerte convertida en formulario. Alzando por encima de sus ombligos, la incomparable cualidad de creerse con derecho a tener deberes docentes con los desgraciados patriotas nacidos de tierras baldías de teatros. Con la creencia de pertenecer a algo que abandonarán con la cabeza por detrás en reyertas de culpabilidad por una ceguera buscada. Manteniendo juramentos indelebles con que ciertos incultos se vengan de su propia mediocridad. El principio activo con el que están formuladas las vidas de los contables y gerentes que son todas las profesiones en las que solo se mueven las ruedas de su silla de oficina, o ni siquiera. Quizá la vagueza sea el catalizador para que los periodistas seamos el cuarto poder. O quizá sea el asombro al ver que la gente se sigue asombrando con historias ya contadas, todos los días..

- EsinB -

EJERCICIOS DE ESTILO      |   por Irene Díaz y Óscar García

(pequeños fragmentos seleccionados del esperpento particularmente nuestro)

Las lágrimas brotaban sin sentido. Rozaban su mejilla sin dirección. La paz que le daban algunos abrazos y quizás algunos recuerdos de la infancia se derrumbaban por el miedo. Un halo de tristeza rodeaba cada milímetro de su piel, aunque tuviera cerca la mayor fuente de lo que tantas veces soñó. Como si hubiera perdido toda fuerza, como si hubiera llegado a una meta en la que al final también perdía la esperanza, ya rota por completo. Y no había mayor angustia que sentirse encerrado en la más idílica libertad. Por más que toda realidad girase en contra, o más bien a favor de lo que todos esperaban de ella. Una losa imparable caía sobre su cabeza cada mañana en la que se prometía luchar, una cadena invisible que frenaba cada paso y un leve deseo de romper todo aquello que le pesaba. Y esa estúpida cosa que era todo al mismo tiempo y que nada la podía catalogar se llamaba miedo. Temor a un futuro incierto, y a un pasado falsamente endulzado. Callar lo que siempre había gritado. Gritar lo que nunca había sentido. Sentir lo que nunca se atrevió a aceptar por inocencia o por culpa de una madurez precoz que la aterraba. Y es que solo lograba sentir seguridad, cuando su brazo la rodeaba. Cuando aún podía reírse si flotaba con él, conseguía escapar de la inexistente jaula. No quería darse cuenta de que colgarse de su fortaleza, solo debilitaba la suya. Colgada, volaba ciega a cualquier madurez que no fuera la que le enamoraba. Perteneciente a un amor que deseó en cada película que vio de niña. Lo que incrementaba sus ganas de pertenecer a ese iluso mundo de colores pastel y esquinas redondeadas. Lo que él no sabía es que su madurez estaba en seguir viendo el elefante en los sombreros, en seguir siendo la niña que nunca debió crecer. Y en eso se basaba toda su verdad. 

cristo vs arizona

Igual que dijo Cela, "la vida no tiene trama" haciéndonos preguntar sobre una soledad que en ocasiones es capaz de hacer sentir, o hacerte creer sentir, que todas aquellas cosas que en su tiempo creíste buenas, en realidad, no existen, sino tan solo la incomprensión que algunos recuerdos son capaces de causar en tus noches de insomnio, mirando al vacío techo blanco que una vez mirasteis juntos, y realmente exhaustos de tanto amor y de tanto sueño, confirmando a aquellos que creen que la locura no es una forma de vida, que esa es la forma de estar realmente loco, y por eso con ella me sentía y me siento loco al ver ratificado que de nadie es sabido que la felicidad es una utopía con una realidad triste y fría de aceptar, que de ser asumida por la gente con poca fuerza interior, podría ser causante de grandes pandemias de tristeza y haciéndome creer que si fuésemos capaces de aceptar que la felicidad no existe, dejaríamos de ser tan profundamente infelices, permitiéndonos salir de esa utópica y bonita idea inalcanzable como el comunismo, o falsa e inalcanzable como la idea de la democracia, que como cualquier idealismo, no nos deja creer que la vida no es un viaje hacia ese destino, ni un camino en el que debamos buscarlas, sino, al menos la mía, una composición de momentos en los que somos realmente felices, al igual que esa composición de Cela en un libro que solo tenía el punto final.

- EsinB -

SI LO QUE QUIERES ES VIVIR CIEN AÑOS..

Desesperadamente, el tiempo cambia. Hoy miro fotos con tonalidades pasadas y sé, que los recuerdos de aquél año en el que fui feliz y mi mundo descubría cada día uno de esos nuevos colores, repentinamente se han vuelto grises. El color de su piel. El olor de su pelo, y el sabor de mis tardes de otoño, invierno y primavera. En un Madrid inundado de prudencia, nuestras miradas quedaban al desamparo de cualquier ley contra el azar. Fuera cual fuera la calle, siempre nos despeinaban vientos de libertad. Desacato a la razón. Vendavales de humildad. Y una tranquila crisis de ansiedad cada vez que tratabas de resolver nuestra ilusión. Plasmada en un Hiperrealismo Sensual robado a Antonio Vega, y escrito en ascetas tardes de jueves con fiebre y sábados de resaca por verte y vol(verte) a ver. Pero todo cambia, y el tiempo nos trae nuevos viernes, nuevas camas y nuevos sabores. Ahora estoy en el andén de vuelta, y me veo como era antes en el reflejo de ese nuevo tren que va iluso, emocionado y jodidamente enamorado hacia el descarrilamiento emocional que le producen mis palabras y mis incongruentes hechos. Pero no la culpo, porque al final todos nos arriesgamos a olvidar nuestro miedo, si se trata de salvar al que le duele recordar. Y anoche recordé. Recordé palmas cojas de ritmo y besos ciegos en la oscuridad mientras tocaba mi viejo grupo de rock. Pero no me dolió recordar, porque la música nunca cambia ni se reescribe, y solo nosotros revivimos momentos, con ella de fondo al recordar. Volvieron los mismos besos torpes y aplausos sin compás. Volvieron los mismos precios de la noche madrileña y las gargantas secas de maullar. Y aunque estuvo a distinta altura, la 'paz' conmigo mismo volvió, e hizo que ayer, fuera feliz de nuevo..

- EsinB -

¿Y SI TE ECHO DE MENOS?

En esos momentos en los que ya ha pasado todo. Después de toda la tormenta, te paras y te das cuenta de que tu piel, aun huele a la suya. Esa especie de contradicción entre la pasión de quién sabe que lo que prueba es venenoso y el que es veneno y levanta pasiones. Y me hace gracia esa absurda suerte que los enamorados creen que tienen cuando cogen la mano de esa, su primorosa pareja. Lo siento si yo no puedo forzar lo que en una ocasión casi fue hasta involuntario. Lo siento por no poder volver a querer como creí que siempre podría hacerlo. Lo siento por no ser esa persona que antes leíais, creyendo que tenía una sensibilidad o quizá tan solo una visión especial sobre todo aquello que perpetraba en vuestro día a día, sin que contara un mísero suspiro en esos más de mil cuatrocientos minutos con los que cuenta el día. Lo siento si una vez quise y ahora ya no puedo querer así. Mi interior tenía una fecha de caducidad de envite, órdago y lástima. En la más maravillosa combinación de quién nunca supo beber con dignidad el mal trago de la verdad y el miedo. Porque no he dejado de tener miedo a quién creo que se hace pasar por mi antes yo. Me juzgo y me muero. Me quiero y me temo. Qué queréis que os diga. Soy una persona de paso en fiestas de guardar. Soy un marchante de amor sin dinero. Un paria en barrio Maravillas. Un extraño en la Almudena. Gracias por los paseos por Juan XXIII..

- EsinB -

ABRAZANDO A LA TRISTEZA [...]

Me asombra el brillo y la forma de unos ojos que nunca se abren del todo. Me llama la atención esa especie de barrera que estableces con entre el resto y los privilegiados de tu forro interior. Y no dejo de imaginarlo. Tan cálido, tan confortable.. Tú y tu interior, regidos por la misma razón de una sospecha que me hace pensar por las noches y reescribir todo lo que he sentido con un sol frio de la mañana. Y es que siempre es frío. De reciclada resignación a estrenar. El sentido de pensar lo que pensamos, de hacer lo que hacemos. De atreverse a hacer lo que pensamos y de obligarnos a pensar en lo que hacemos. Las pequeñas incongruencias del evolucionismo primitivo. Las grandes y posibles convinaciones de una mente trastocada que se tropezó con el borde del tiesto que le hostió contra el suelo. Tanta realidad no puede sentar bien a nadie. Tantos y tantos nadies con absurdos pensamientos. Mentes llenas de ideas en potencia que se fueron por el desagüe junto con el agua tíbia que les mojó la frente y les frió el cerebro. Calidez reconfortante bajo el seno de la santa madre con mayúscula al principio.

Soledad que te pegas a mi alma en la dulce soledad de este campo de otoño no hay momentos de sosiego, rebeldía pura de amores sin amores. Ilusiones puras y puros conformismos intentando levantar el espíritu nostálgico de querer estar contigo y nunca estarlo..

- EsinB -

Cielo gris, apagado y oscuro. Brillantes nubes avanzan, con el rumbo que una vez supimos ver.

Las cuerdas de una guitarra vibran con la intempestiva voluntad de unas gotas de lluvia vacilantes.

La cuna que arrulla la sociedad del pecado original. De la inocente combinación de todos nuestros colores.

Sabor sonrosado en mejillas iluminadas de acciones de pretendientes obstinados en conocer.

Conocer a que saben tus labios, tirita de las mayores heridas. De los mejores pecados.

- EsinB -






. . . conducir, y de noche

inercia

... me arranco a escribir con la inercia con la que la lluvia golpetea en el tejado.

Quizá con la esperanza de sentirme más entendido, quizá, tan solo por mí..

Me pasaba las tardes imaginándome como sería sentir a tu lado el vértigo de un beso. El baile hipnótico de tu sonrisa. Te leía en línea, rabiando al saber que no era yo el destinatario de aquéllos breves incisos en tus tardes de octubre. Tardaste lo que dura un momento, para liarme entre tus frases entrecortadas, cargadas de soles y borrascas. Lo que siempre fuiste, y de lo que nunca me cansé.

Aquellas tardes de otoño indeciso las pasé poetizando mi vida. Me convertí en todo lo que admiraba tan solo con pretenderte. Añoraba la sensación que creía conocer. Base de canciones y suicidios. De paseos infinitos en torno a la misma piedra, al mismo lunar, o al mismo cielo. Poco a poco, te fui descubriendo y revelando. Paso a paso, el pelo se me fue erizando. 

Tres tardes a tu lado fueron suficientes para lanzarme a la aventura de quererte bajo todos los conceptos que existen, y los que juntos inventamos.

Me enamoré de lo que me hacías sentir, de lo que éramos. De ti, y del futuro que añoro y del pasado que desearé siempre.

Quizá vuelvas a mí con otro beso, o quizá, con otra lluvia..

- EsinB -

PODRAN ROBARME TUS DÍAS,

TUS NOCHES NO . .


martes y viernes

Una vez alguien me dijo que si uno no es capaz de explicar algo, es que ni él mismo lo comprende. Y es que resulta muy difícil explicar con palabras lo que el alma siente, cuando no comprendemos las razones de nuestro propio alma. El amor y la muerte, o la soledad anunciada sin conocimiento de causa. Las más reales realidades que conforman la compleja trama de una vida, que a veces no creemos que sea nuestra, y otras no queremos que lo sea (respectivamente). Belleza en la composición de una forma inverosímil de vivir. Una vida comprometida consigo misma e incongruente con el marco social donde se traba. Una vida con el único pretexto de sentir. Valorada por una sociedad que se valora a sí misma con los estándares de la pobreza emocional, sentimental e intelectual. Que es crítica desde la propia base de vivir, y criticada desde la propia base de la envidia. Qué tan malo es atreverse a sentir, en un mundo vacio de sentimientos..

Hoy hace cuatro años de la noche más sentida de mi existencia. Caí dormido, con los ojos cerrados por el cansancio de ver la crueldad de un pasillo lleno de puertas numeradas, pero sin moqueta en su suelo. Cuatro años de que sonara un teléfono en las ambiguas horas que mezclan al borracho y al madrugador. Cuatro años de un pañuelo blanco henchido al viento desde la ventanilla de un coche que mantenía los cuatro intermitentes puestos. He descubierto que el verdadero amor deja pocas veces la huella de su paso por nuestra vida. Amores con distintos zapatos, que siempre dejan la misma impronta. En nuestra piel, en nuestra boca, y en nuestro alma. Ha pasado junto a mí uno de ellos, y el viento que traía tras de sí, ha desordenado mi vida. Ahora tan solo puedo resignarme a recordar aquellos días de paseos con fuertes vientos, con el cariño que una vez me perteneció. Muerte y amor. Ambos con su propio duelo. Ambos con su nombre propio. Os echo de menos porque supisteis hacerme sentir vivo y madurar con nunca antes lo había hecho. Os echo de menos porque me hicisteis sentir lo que ahora no sé explicar. Como decía Julio Cortázar, "las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma"..

- EsinB -

Jugar es fácil

Aun es pronto para desdeñar los motivos de un nuevo día. Son las cuatro de la mañana y estoy ya lejos de un lunes que amaneció ilusionado por recorrer de nuevo los adoquines de Madrid. En silencio, me pasó la madrugada mirando a un techo oscuro, buscando la respuesta a lo que tan efímero pero intenso, había resultado ser. Buscando el porqué de tal introspectiva curiosidad de perseguir las sombras de una luz pasada, con los ojos cerrados. Cerrados quizá por el miedo de volver a cegarse con una nueva luz. Por el miedo a que una nueva luz la ilumine de otro color al que está acostumbrada. Por el miedo de volver a perseguir nuevas sombras de una luz que aun no ha visto..

Miles de insidiosas preguntas me acechan y me encuentran en la respuesta del miedo. Un miedo que vivo en mis carnes, pues solo los que se enamoraron una vez de verdad sienten. El miedo a cegarse, a despegar de nuevo con el impulso de un beso y a estrellarse con la frialdad de un abrazo atragantado. En el fondo, yo también estoy aterrado, pero mi estilo es más curioso..

Jugar es facil, jugarsela...

- EsinB -

Quién me ha robado el mes de abril.

El ronroneo del autobús va acolchando los tenues acordes y tonos sureños de una canción que suena lejana. De otro lugar y sin duda de otro tiempo. La gente avanza por el pasillo central mirando a cada cual peor asiento. El último bus se pone en marcha ascendiendo por la cuesta del intercambiador de Moncloa. Carretera de La Coruña y vuelta a casa mientras los recuerdos se apelmazan en mi cabeza. Imágenes e imágenes se van sucediendo conforme avanza el movimiento hipnótico de las luces de la calle. En los pequeños auriculares, el jazz sigue corriendo cortesía de Lee Konitz y me siento incapaz de no volver a recordar aquellas calles con olor a ron recalentado y sudor de músicos trasnochados. Incapaz de evadir el recuerdo de aquella tarde de marzo. Las farolas iluminan sin dejar rastro de ninguna sombra. Todo es distinto y a la vez, jodidamente familiar. Apoyo la cabeza en el cristal y me tiemblan los dientes pero me es igual. Estoy demasiado cansado para cambiar de postura. Ventanas y más ventanas pasan por mis narices y en todas ellas veo felicidad. Esos marcos recortados a contraluz guardan historias con las que ya no me identifico cuando me veo reflejado. Pocas luces son capaces de iluminarme ya. Mientras, las que antes lo conseguían, solo me ciegan hasta hacerme llorar. La calle ya no es la misma. Quizá me hayan tiritado los dientes durante demasiado tiempo, o quizá tenga los ojos demasiado empañados para disfrutar las sombras que se extienden más allá del pasillo central. Me cuesta acostumbrarme a la claridad del día a día cuando a veces solo necesito un Madrid sombrío de calles estrechas y alacenas altas. Llenas de tugurios y letreros fundidos. El bus sigue avanzando incansable comiéndose kilómetros y kilómetros. 23, 24, 25..  Paso por delante de la salida 26 y un vuelco al corazón me lleva a mirar hacía uno de esos sitios prohibidos donde los recuerdos te clavan su dolor. Quiero hacerlo, no quiero hacerlo, lo hago. Finalmente miro hacía la deslumbrante penumbra de la que en su día fue la calle más iluminada de mi mundo. Me vuelvo a cegar, lloro, y me resigno a subir el volumen. [...]

-EsinB -

Nuestro ayer.

En un bar, donde la gente hablaba, reía, gritaba. Gente que pasaba y gente que se iba. Un bar donde las lagrimas llenaron sus ojos. Donde los detalles más pequeños provocaban la reacción más inmensa. Una palabra con voz quebrada. Un susurro lento que sacudía el corazón. Una pregunta y una respuesta. En aquella lluviosa tarde de marzo se paró el tiempo. La gente dejó de moverse de un lado a otro, dejó de hablar, de salir y entrar. Aquella tarde me amarré a ella con todas mis fuerzas. La sentí tan cerca que me aterraba la idea de alejarme más de un palmo de su cuerpo. Sentí el calor de su aliento, la profundidad de sus lágrimas. Aquella tarde sentí que nos queríamos con locura. Que nada en el mundo sería capaz de ponerlo otra vez en marcha. Aquella tarde, a su lado despegué, y supe que me acompañaría en mi vuelo. Aquella tarde, de distinta forma, fui tus colores y tú mi lienzo. Pintamos el amor e hicimos arte. ¿O fue al revés?

- EsinB -

Farolas naranjas.

La luz se proyecta en el suelo en la vertical más corta, quizá por vaguería. La humedad contenida en el asfalto refleja la claridad anaranjada de un halo casi fugaz. Que tan solo se ve en dos situaciones. En dos lugares. En dos momentos. La bruma que flota en el aire, a veces es removida por el paso de un coche. A veces. Es febrero, aun hace frio y el vaho que suspira la carretera después de un día entero al sol, crea un neblina que se contiene hipnótica en el cono que la luz forma. Un viento nocturno agita las hojas de los árboles con su sonido frio y seco. En la alcantarilla de la acera, periódicos de una fecha pasada se arremolinan cansados de su vida. Aguardando el día en el que no haya violaciones, matanzas o desgracias y por tanto, nada que contar. Un tiempo de imprentas paradas. De quioscos cerrados y mediodías sin "parte". Tiempo de vacío. De vacías reflexiones sobre ningún tema. De silencios solemnes en barras de bar que no escuchan voces, ideas, principios. De semáforos que cambian sin que nadie les preste la menor atención. Un mundo moralmente perfecto, donde las personas no tienen que resolver ningún problema. No hay metas que conseguir, problemas que erradicar. Los televisores muestran solo nieve a las personas que creen ver figuras. Es lo único en lo que pueden creer. El resto, mientras, se resigna en su soledad. Absortos en su obsolescencia. Esperando el día en el que vuelvan los periódicos con algo que contar.

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